top of page
  • Foto del escritorGascon

Si la crisis te pilla en plena transformación o te obliga a ella, recuerda que la oruga debe morir.

La oruga debe morir Cuando las cosas se ponen difíciles son muchas las imágenes que solemos evocar, desde el ave fénix, el árbol de la vida, la flor de loto, etc. Otra figura a menudo recordada en estos casos es el de la crisálida y la mariposa como símbolo de transformación, tras un paso por la vida en forma de oruga insignificante y fea. Los cambios, las crisis, las tensiones personales, familiares, colectivas o sociales, son una oportunidad para abrir un diálogo con nosotros mismos, con compañeros o con nuestros propios hijos a fin de que transiten por el dolor del cambio con la mayor normalidad posible. La mayoría de las veces no sabemos dialogar, por torpeza o porque esta sociedad nos ha acostumbrado a vivir entre eufemismos, entonces callamos y nos perdemos conversaciones llenas de sentido. Con este relato sólo quiero facilitarte dicho ejercicio. También puede ayudarte si la crisis te confronta ante las dudas sobre todos aquellos planes que tenías antes del Covid-19. Quizá tu reflexión pasa por dar un rumbo distinto a tu proyecto profesional o incluso te planteas transformar tu empresa para que esté mejor preparada ante futuros cisnes negros, que llegarán. Volvamos a la crisálida. No des por sentada la transformación que la mariposa representa. Con el paso del tiempo nos olvidamos de soñar y la imagen de la crisálida va perdiendo su encanto. Llega un día en que ya no sabemos ni lo que significa. Yo me niego a perder esa capacidad de poetizar las ideas. Te hablarán de la transformación personal, de equipos o de empresas, como parte de un camino que conduce a tu máximo potencial, pero la imagen de la mariposa también te ayuda a descender a la oscuridad más profunda de tu subconsciente. Hasta cierta edad pensé que, cuando la oruga se convierte en crisálida, el proceso en su interior se parece a nuestra adolescencia. Cambiamos de voz, curvas y músculos casi de la noche a la mañana. Imaginaba que la oruga evolucionaría en su saquito, transformando su cuerpo en más delgado y alargado, y de algún modo mágico crecerían sus alas. Resulta que eso no es lo que sucede en absoluto. Si abres la crisálida en mitad del proceso, no descubres una criatura híbrida a medio camino de ser una linda mariposa, sino una masa líquida repulsiva. Para convertirse en mariposa, la oruga tiene que destruirse por completo, descomponer su propia esencia y se desprovee de cualquier forma o conciencia. Literalmente muere. Para ser un nuevo ser, no queda nada de lo que era. A partir de esta esencia líquida, la mariposa comienza a construirse, desde cero. La primera vez que me encontré con esta imagen me asombró por su profundidad y fuerza. A veces decimos que queremos que la vida cambie, pero en realidad no lo hacemos. Para que suceda, necesitamos cambiarnos a nosotros mismos. Pero para vivir una metamorfosis como afirmamos anhelar, tenemos que darlo todo, despojarnos de todo. Nuestros sesgos pueden confundirnos y, de hecho, lo hacen. Nos aferramos a lo conocido, incluso si nos hace sentir miserables, solo porque hemos aprendido a gestionar la frustración o creemos tener algún tipo de control sobre ello. Cuando se nos dice que debemos permitir que muera y se desintegre el viejo mundo que hay dentro de nosotros o nuestras empresas, nuestros hábitos, creencias, nuestros miedos y puntos de apoyo, quedamos inmóviles, aterrorizados. Seguro que habéis experimentado ese bloqueo tanto a título personal como en vuestras empresas. ¡Por supuesto que es aterrador! Por eso la imagen de la mariposa es tan pertinente como símbolo de cambio. No se parece en nada a una apacible siesta. Se trata de rendirse a la oscuridad, morir y desintegrarse hasta que no queda nada, nada en absoluto. Solo entonces tu alma puede recuperarse nuevamente. Mi vida ha tenido varias crisálidas. En una de ellas, hace algo más de veinte años, estuve del revés tras un accidente de coche y varias lesiones que derivaron en una lucha a muerte con la vida. Aparte de fracturas menores, operación pionera de columna y base del cráneo, tornillos e injertos por doquier. Un año encerrado en mi armadura de yeso, de cintura a la cabeza, incapaz de hacer nada por mí mismo. Eso sí fue un verdadero confinamiento comparado con lo que vivimos ahora. Entonces no fue mi momento de morir físicamente, pero imposible renacer siendo el mismo. Frecuentemente, cuando decimos que queremos cambiar, nos olvidamos justamente de eso y, lo único que deseamos es saltar directamente a la parte en la que emergemos como personas o organizaciones transformadas. Y no es así de fácil. Toda transformación pide una toma de consciencia del pasado y una clara convicción por tomar el sendero de una hoja de ruta nueva. Y si bien ese camino sólo lo puedes hacer tú, no puedes hacerlo sólo. Tienes una familia, un equipo, una empresa, una organización a tu lado, que debe ser escuchada y tenida en cuenta.


Desde VITAES TALENT te podemos apoyar en esa transformación organizativa, de equipo y/o personal mirando al futuro con mentalidad ambiciosa y muy conscientes del factor humano y del impacto social. Estamos convencidos que nuestro método G2G-"from Good to Great" puede facilitar una transición del modelo extractivo a corto plazo, que la actual crisis nos demuestra que no es sostenible ni económica ni humanamente, hacia uno de generación de valor a largo plazo.


Hoy, al mirar a mi alrededor, al mundo, a mis seres queridos y a mí mismo, encuentro muy pocas razones para dudar: estamos pasando por un momento de cambio descomunal. Nuestra sociedad no puede renacer siendo la misma tras la muerte social y económica que el COVID19 está dejando a su paso. Pero no importa lo aterrador que se ponga, la oscuridad tiende a ser más suave de lo que piensas. Y al final del camino, hay luz. Y alas.







2676 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page